Sabemos que podemos vivir sin necesidad de comer, existen casos de hasta más de 300 días, sin embargo sin beber agua no sobreviviríamos más de unos pocos días. Esto se debe a que el organismo no puede almacenar agua como hace con otros nutrientes. Por lo que la cantidad de agua que se pierde en un día debe ser repuesta para mantener la salud y las funciones de nuestro cuerpo.
Las necesidades de agua estarán condicionadas por una serie de factores que pueden variar en función de la actividad física y del clima, ya que la cantidad de sudor puede variar desde el medio litro diario hasta los cinco o diez litros en deportistas o en lugares muy calurosos.
Por lo general se considera que la necesidad media está en torno a los dos litros y medio por día, teniendo en cuenta que un litro nos lo proporcionan los alimentos, el resto lo debemos aportar bebiendo agua.
También podemos calcular la necesidad de agua por cada caloría ingerida. Debiendo en este caso aportar un mililitro de agua por cada caloría (1 ml/kcal) en adultos, 1.5 en niños y 1.7 ml/kcal en el caso de niños lactantes. O lo que sería lo mismo 35 ml/kg de peso corporal en adultos, 50-55 ml/kg en niños y 60 – 70 ml/kg en lactantes.
Con una dieta rica en cereales integrales, legumbres y verduras frescas, lo normal es no tener problemas de necesidades de agua. Pero depende de si hacemos ejercicio o vivimos en lugares calurosos. El sudor incrementa la pérdida de hidratación y lo normal es que el cuerpo necesite reponer el agua perdida.
En muchas ocasiones forzamos a nuestro cuerpo a hacer aquello que creemos correcto y aportamos agua sin necesidad o lo contrario, no bebemos cuando tenemos sed. Beber agua sin fundamento puede sobrecargar los riñones y cuando estos no funcionan bien, lograremos lo contrario de lo que queremos, el agua se acumula en el organismo provocando edema, en lugar de ayudarnos a eliminar residuos.
La sed es el instinto básico de los seres humanos para beber. Es el mecanismo esencial de regulación del contenido de agua en el cuerpo y uno de los primeros síntomas de deshidratación. La sed aparece por una carencia de hidratación o por un aumento de la concentración de sales minerales.
Si el volumen de agua del cuerpo baja de un cierto umbral, o la concentración osmótica es demasiado alta, el cerebro induce la sed. Si la deshidratación continúa, se pueden originar una gran cantidad de problemas; los más comúnmente asociados son problemas neurológicos y problemas renales.